El elenco conducido por Oscar Araiz, ex director artístico del Teatro Colón, se llevó una gran ovación en su función en el Teatro Lírico con presentación de "La consagración de la primavera". En la previa se pudo disfrutar de la obra "Pléyades".
Cuentan quienes conocen de lleno su apabullante curriculum que, Oscar Aráiz, en 2009 tomó parte como invitado en una puesta experimental de la Unidad Académica de las Artes y se quedó para siempre en la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín). Fundó una carrera dentro de la casa de altos estudios y formó un elenco de danza, que hace poco tiempo actuó en Argelia y ganó el segundo premio del Festival Cultural Internacional de Danza Contemporánea.
Con esa labor a cuestas llegó a Misiones, y sus dirigidos bailaron en el Teatro Lírico del Parque del Conocimiento –un hecho histórico para danza provincial- dos puestas suyas que han dado mucho que hablar en Buenos Aires, “Pléyades” y una versión de la mundialmente famosa “La Consagración de la Primavera”, obra musical de Igor Stravinsky para la coreografía que iba a escandalizar al mundo del ballet clásico, creada por Vaslav Nijinsky. Fue celebrar poco más de un siglo del montaje original, allá por 1913 en París.
A sus 75 años, el coreógrafo y exdirector artístico del Ballet Estable del Teatro Colón, celebró dos presentaciones únicas para los más de 400 espectadores que se acercaron al espacio cultural de la Zona Oeste posadeña, a extasiarse con las dos puestas, ambas trabajadas en sociedad con Yamil Ostrovsky.
Pléyades propone una mirada hacia el cielo, tal como lo expresara Gastón Bachelard en el “El aire y los sueños”: "Y cuando, en el cielo anónimo, nos fijamos en una estrella, resplandece para nosotros, su fuego se rodea de un poco de llanto, una vida aérea viene a mitigar las penas de la tierra".
La maestría del coreógrafo se despacha –al intentar un análisis de las dos obras- en la búsqueda y concreción de muchos movimientos, mucho el principio y mucho el final, precisión y sacrificio en el escenario, el vestuario convencional, y jugar con riesgo en la improvisación.
La historia que encierra La Consagración tiene que ver con un ritual, con el ofrecimiento de un sacrificio, el de una mujer. Los hombres puestos como trabajadores. Hay mucho manejo de la información simbólica como en toda abstracción, el vestuario es uno de los lugares más conflictivos para cualquier director, pero describe un mundo de trabajadores.
Después, quedó puesta de manifiesto la alta calidad de los bailarines y bailarinas, ese gran acierto que es la concepción desde los cuerpos bien distintos, las particularidades de cada uno de ellos atrayendo al espectador en sus movimientos en reloj con la música, con una heterogeneidad expresa que es simbiosis a la hora de narrar una historia con el cuerpo.
Tras poco más de una hora de trajín sobre el escenario del Lírico, el premio se eyectó desde las butacas, pararse y aullar ovaciones.